El turismo interno en Indonesia. Transmisor de la cultura nacional y actor de una red turística paralela

Resumen

Después de haber registrado, entre 1969 y 1996, un crecimiento promedio de las llegadas internacionales del 17% anual, para alcanzar en 1997 la cifra de 5’185,243 turistas extranjeros, Indonesia enfrenta desde entonces una reducción de su afluencia turística. La crisis financiera asiática de 1997, que en Indonesia se complicó con una crisis económica, social y política, condujo en 1998 a la caída de Suharto. Al romper con más de treinta años de centralización a ultranza, Indonesia experimentó, a partir de esta fecha, una serie de conflictos étnicos, religiosos, grandes incendios forestales y reivindicaciones autonomistas o independentistas. Hasta el atentado de octubre de 2002, Bali, la isla hinduista que tradicionalmente desempeñaba un papel motriz para el turismo del archipiélago, renombrada por su tranquilidad y su seguridad, concentraba, sobre todo desde 1997-1998, lo esencial de los flujos turísticos. Este último evento traumático ocurrido en esta isla, donde cerca del 40% de los empleos dependen directa o indirectamente del turismo, provocó un nuevo descenso de las llegadas internacionales y, por ende, una pauperización de las poblaciones locales; a raíz de ello, el turismo ha encontrado cada vez mayores dificultades para contribuir a la unidad nacional del país, objetivo mayor de Indonesia desde su independencia. En este contexto de reducción de las llegadas internacionales, el turismo interno, cuyo desarrollo también se ha visto afectado por la crisis económica, se ha convertido en un elemento socioeconómico clave para los operadores turísticos. Aunque la mayor parte del turismo interno corresponde básicamente a un turismo familiar, a un turismo de proximidad, de fines de semana y de breves estancias, y concierne a un número de personas que oscila entre los 50 y los 100 millones, dependiendo de las fuentes, sus impactos en términos espaciales o socioeconómicos no dejan de ser importantes.